Un bebé necesita jugar desde los primeros meses,
encontrando como delicioso juguete sus pies y manos. Los adultos
hemos de ayudar a descubrirlos y usarlos. Tan grave es que un
niño no duerma como que no juegue, porque el juego
contribuye al buen desarrollo psicomotriz, que es la base de un
aprendizaje
adecuado. El juego es una educación temprana,
pero necesaria y positiva, que no le podemos negar.
Los niños, menos comer y llorar, lo ha de
aprender todo; por lo tanto, puesto que el juego es el
aprendizaje de la vida, ha de jugar mucho hasta que llegue a la
edad de poderse llamar hombre o
mujer.
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